martes, 1 de diciembre de 2015

ISLAMISMO


Tras los atentados de París el islamismo ha vuelto a estar en las primeras portadas de todas las noticias.

Ulad Mlilia y Ait Aixa, mis dos novelas, englobadas con el título Bajo la sombra de Gurugú, trata profusamente de la relación entre nuestra cultura y la del islam, manifestando que la concordia entre ellas, muy por encima de las banderas y cañones y las palabras de falso patrioterismo, choca inevitablemente con el fanatismo y la ignorancia.

¿Quién fomenta ese fanatismo?

La socióloga Wafa Sultán, en un popular vídeo que circula por internet, dice que más que una lucha de religiones es un enfrentamiento de civilizaciones, de mentalidades o eras, una que pertenece a la baja Edad Media y otra al siglo XXI. Una aliada del raciocinio, de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos, y la otra aliada con el despotismo, el retroceso, la opresión, la antítesis de los derechos humanos. Forzosamente tenemos que ganar en este enfrentamiento, ya que con muchos esfuerzos y sangre, nuestra civilización pudo romper la opresión que ejercían los gobernantes religiosos del pre Renacimiento sobre nuestras mentes, para volver otra vez a lo mismo.

Sea este enfrentamiento  religioso o cultural o ambas cosas a la vez, la somalí Ayaan Hirsi Ali  sostiene en su magistral libro “Reformemos el islam” la sentencia de que el islam no es una religión de paz. La violencia islámica no está arraigada en condiciónes sociales, económicas o políticas, sino en los textos fundacionales del islam.

¿Lleva razón Hirsi Alí?