«Un fantasma recorre
Europa», dice el Manifiesto del Partido Comunista de 1848. No uno, sino dos
recorren no sólo Europa sino el mundo entero: El marxismo y el islamismo. Del
primero, hablé largo y tendido en mi novela “El abedul”. Como colofón recojo de
ella la siguiente exposición:
«No
sólo un fantasma recorre Europa, sino dos: El marxismo y el islamismo. Es
decir, el totalitarismo. Pero la vieja y ciega Europa, cebada de hedonismo, no
los ve. El primero no murió con la caída del muro de Berlín ni cuando la
bandera roja se arrió en la cúpula del Kremlin, sigue muy vivo y con fuerza. Su
brazo armado, el KGB, continúa trabajando por su victoria final, e impide que
la nueva Rusia se acomode dentro de las democracias Occidentales. Y el segundo,
cuyo brazo armado es el terrorismo, está horadando, a través de los vientres de
sus mujeres, los frutos de libertad europeos, que con tanto esfuerzo y dolor en
el trascurso de los siglos pudimos conseguir que florecieran. De momento,
centrémonos en el primero.
Hemos matado a Dios, y
sin su luz el horizonte se oscurece. Lo hemos matado entre todos, con nuestra
relatividad y nihilismo, ayudados por las filosofías materialistas, las
Iglesias soberbias, dogmatizadas y corruptas, y las religiones que desenvainan
la espada para proclamarlo. Los siete pecados capitales, que han corroído a la
Humanidad desde los albores de los siglos, han contribuido a alejarnos de Él y
buscar el placer en el vicio y en el desamor. Hicimos caso omiso a las palabras
de profetas y enviados y, en especial a las de Aquél, que dio su vida para
aconsejarnos que amáramos a nuestros semejantes como Él nos amó. Si hubiéramos
seguido su consejo, nada de lo que nos ha pasado nos hubiera ocurrido. Acaso
suene a cursi y a destiempo, pero es la única verdad a la que puede acogerse la
Humanidad sufriente para salir del atolladero en el que se ha metido.
Y en lugar de ello, nos
refugiamos en la utopía, que por definición es imposible de conseguir y
objetar, porque la utopía nunca se equivoca y nunca muere. La utopía nos
propuso el atractivo del marxismo y su poder de encantamiento ha hechizado a
buena parte de la Humanidad. El comunismo, que quiso llevarlo a la práctica, ha
fracasado, demostrando con ello que no es de sus restos de donde hay que
extraer las soluciones. Hay que luchar contra el fracasado comunismo, no para
salvaguardar al capitalismo. No, hay que luchar contra él por la dignidad
humana, que es mucho más importante. Si el comunismo ha durado en donde ha
gobernado es debido a su brutal y excelente sistema represivo, y si subsiste,
dando clases de ejemplaridad, es por la capacidad que tiene de manipular la
mentira.
El objetivo de este
trabajo que emprendemos hoy, es desmitificar a esta izquierda marxista y
filomarxista, reaccionaria y sectaria, imbuida en una retórica anacrónica que
no soporta el contacto con la realidad. Esa izquierda que no ha reflexionado
sobre su propia historia, porque tendría que asumir la larga tradición de
crímenes cometidos. La sombra de Lavrenti Beria es muy alargada para poder
ocultarla. Y si con ello, hacemos
recapacitar a la izquierda de buena fe, que vive en la creencia de que se
encuentra en el lugar adecuado para ayudar al prójimo, bienvenido sea el
esfuerzo.»
Del segundo, el
islamismo, algo hemos comentado en este blog durante el mes de diciembre, y en
mis novelas “Ulad Mlilia” y “Ait Aixa”, englobadas con el título “Bajo la
sombra del Gurugú”. Y como deseo concluir la trilogía con “Salam Alicum”,
detengo de momento los comentarios del blog, para dedicar el tiempo a recoger
datos, viajar a la zona y empezar a escribirla… Que la luz de la verdad me
ilumine.
No obstante, dejo
abierto el blog por si alguien quiere comentar sobre ambos totalitarismo, o de
cualquier otro que haya dejado en el olvido.